VIII

Se me clavan las puntas de la piel.

Follamos y
trasciendo el poema;
me resuelvo en tu vagina
igual que el río en el mar.

Ojalá tu flujo apague esta vida que me quema:
cuando disuelva
las cadenas de mis anclas
me fundiré con tus lluvias
y naceré nuevamente de tu boca.

Volveré a cifrar y a descifrar
igual que ahora siento
el tacto de tu luz
y de tu oscuridad.

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